jueves, 30 de mayo de 2013

Azul Klein I y II (versos arriba!)






AZUL KLEIN (I)

¿Qué miras? 
¿Qué estás mirando?

¡Versos arriba!
Pon el alma en alto,
donde yo pueda verla...

Las palabras jadean.

Las copas sangran
sobre la mesa.

La poesía 
que me queda
brinda con los ojos cerrados.

No voy a pedir perdón por esto.

Pronuncio cada cosa
que he amado
porque me da miedo olvidar
los verbos que me mantienen viva.

Tengo hambre.
Pruebo a devorarme 
por dentro,
cortando en pedacitos
cada cosa que tengo.

Los sueños se despiertan
a media noche en el sofá
y todas las sábanas 
huelen a silencio.

La piel murmura, 
encendida,
buscando el centro 
aunque todo movimiento posible
acabe abrazando las sombras.



AZUL KLEIN (II)

Te aproximabas al mar
cuando sorprendiste al tiempo
arrancando todos los azules.

Lo sé.

Lo darías todo 
por sentir ahora 
una luminosa batalla virgen
alzándose sobre los hombros.

Lo darías todo, 
todo,
por estar allí de nuevo,
con los pies encima
de ese momento.

Lo darías todo,
todo,
por sentir 
que el calor va haciéndose más intenso,
por ver cómo el cuerpo se va iluminando,
por estar ahí,
ahora, 
aproximándote,

con la sensación de estar pisando
el escenario más real
de toda tu vida.


sábado, 25 de mayo de 2013

Cielo subterráneo.






En todas partes
hay 
nada
y
nadie.



Si acaso 
un zarpazo inesperado,
un sabor confuso a eternidad
que acaba derramándose.



En alguna esquina de la nada
hay alguien
que sube las escaleras
de dos en dos
y estira los brazos
para tocar



qué.



En el fondo de la botella
siempre espera el desierto.
Más allá de todos los timbres
vibra el temor
a que no suenen nunca.



En el centro
de un corazón ronco
gravita el miedo a que
no se enciendan las luces,
a que los invitados
no lleguen a la fiesta,
el miedo a los telediarios,
a las iglesias,
a esperar
a nadie
en la pista de baile
mientras un bombardeo de vidas ajenas
comienza a acariciar la música.



En cualquier sonido
hay un silencio de ceniza,
una puerta mal cerrada
que cruje 
frente a todos los espejos.


En todos los precipicios
siempre hay un cuerpo
que crea
y destruye
y busca.



La cuestión no es
dejarse caer
o elevarse.
La cuestión es tener
un lugar 
donde hacerlo.





martes, 21 de mayo de 2013

Una vez más… me follo esta oscuridad.







¿Y si decido
quedarme?

El magma se contiene
en las entrañas del volcán.

¿Qué rima contigo?

Algo que no soy
es mucho más
que todo lo que soy ahora.


¿Sabe alguien que estás aquí?


Algo respira 
entre nosotros.

¿Qué
nombro 
exactamente
cuando te nombro?
¿Qué
parte
de ti
le pertenece a mi boca?


Me desdibujo.
Quiero ser 
lo que aún no ha sido,
lo que ha de venir.
Quiero dejar
de sentirme culpable
por sentir.


Una vez más
yo me follo esta oscuridad.





Esta estúpida distancia de seguridad,
este miedo a amar 
mucho 
o no amar 
lo suficiente.


¿Qué sucede cuando llegas a casa?

¿Qué sucede entonces?


Esta acumulación de semáforos
y pasos de cebra,
esta alarma a deshora,
esta realidad
que no nos hace justicia.


A lo mejor estás ahí, encima de la mesa
sin mantel ni cubiertos,
en carne viva, 
como si te hubieran cazado, una vez
y otra, cada día,
y te mueves, y aún respiras,
y se repiten los cuerpos que te miran,
y solo te rozan, 
solo 
te rozan,
solo 
te 
r o z 
an.


Eh, que me escupan
de una vez por todas
algo auténtico,
que me escupan las llamas,
que me traspasen.


Qué culpa tendré yo
si todo lo que siento juega
a piedra, papel o tijera.


Estas ganas
de no estar cerca
ni lejos, de no usar adjetivos
ni adverbios. 

Estas ganas,
estas monstruosas ganas
de estar
d
e
n
t
r
o
.



martes, 14 de mayo de 2013

Ahora que siempre es demasiado pronto para volver a casa.




Este mundo que respira 
ajeno al incendio de mis ojos
desde la ventanilla del coche número 8
de un tren 
Madrid-Málaga.
Mayo.
Alguien regresa 
o llega por primera vez
y sube las escaleras mecánicas
mientras otro alguien
se marcha.

Regreso con el olor
a haber sido
en la ropa.
El contraluz 
rueda en mi boca.
Nadie me mira.

El cableado raya el cielo.
Todo es ajeno. 
Se aleja,
se va consumiendo
en sentido inverso.

Ahora
se trata de salvar 
la luz,
ahora
que siempre es demasiado pronto
para volver a casa.

Ahora que aplasto nubes
y edificios
entre mis dedos,
y me siento libre,
mojada



sola.






Que alguien me traiga
un pedazo de cielo, 
por favor,
y me lo meta
en la maleta,
bajo la almohada,
entre las piernas.


Ahora

que nadie me espera

excepto



yo.


jueves, 9 de mayo de 2013

Vida animal.



Cuelga los labios del tendedero
(y que el viento los bese).

Ve secándote la sangre con las manos.
Ve rascando uno a uno los latidos
(y que nadie los oiga).

Los perros han empezado 
a olisquearte entre las piernas.

¿Qué tienes ahí?
La boca y la garganta y la cintura 
y la clavícula y el pecho 
y el vientre y el pubis
de color carbón.

¿Qué es eso?
Acaba con todo,
acaba con lo que nadie va a salvar
en ti.

Respiras con una serpiente 
alrededor del pulmón,
duermes con el esqueleto
de un bebé recién nacido
en la espalda.
Tienes un tren sin raíles
debajo de la cama.

Grita y que te coman 
los murciélagos
todas las palabras,
todos los deseos.

Sigue alimentando tu alma,
hazla grasienta, 
apriétale los carrillos,
(pero más fuerte, más,
apriétala hasta sentir su calor),
engórdala y admírala,
dale un caramelo
antes de marcharte
y luego
mátala.
Ya vendrán
a devorar 
su carne...

Grita y sé de nadie.
Grita y regresa
mientras la carretera tiembla
bajo tus pies.

S i l e n c i o
de color carbón.

S i l e n c i o
y moscas alrededor.


martes, 7 de mayo de 2013

Antes del epílogo.


Perdona, pero
sostengo una página en blanco
que me va a estallar entre las manos.


Estoy lamiendo muy despacio
las babas de nuestros corazones,
estoy alzando los brazos
para que veas que sigo aquí,
estoy caminando, a tientas,
por las líneas de tus manos,
estoy esperando que calmes mi sed,
que barras este desierto con tu boca,
estoy estirándome el alma,
extirpándome la calma porque los segundos
van quemándose entre mis dedos,
estoy esperando que confundas el paraíso con mi cuerpo,
estoy esperando que me cures de esta infección
que se ha ido extendiendo,
estoy esperando que mates los monstruos
de mi habitación,
que me susurres al oído que no tenga miedo
porque tú, vas a vigilarme la noche, el sueño,
la vida,
porque tú 
vas a estar aquí.


Eso 
es lo que espero.